Una ikastola en El Sardinero

Opinión del concejal de Vox en el Ayuntamiento de Santander

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Hace apenas un par de días ha saltado a la prensa la noticia de la apertura de un centro de aprendizaje del vascuence en el Valle de Villaverde (Cantabria).
Por su alcalde (PRC) hemos sabido que los niños de la localidad ya acuden a la vecina Trucios (Vizcaya) desde que cumplen dos años con la finalidad de aprender esa lengua y la sana intención de labrarse un mejor futuro con ello.
No mucho tiempo atrás saltó a la prensa la decisión de una compañía naviera de trasladar a Bilbao el ferri de pasajeros que unía Santander con el puerto irlandés de Cork.
A diferencia de lo ocurrido en el Puerto de Bilbao, aquí la desidia de las autoridades competentes impidió que se adoptaran las medidas necesarias para atajar de una vez por todas el grave problema que año tras año ponía de manifiesto la Fiscalía General del Estado sobre la existencia de mafias que trafican con personas y que venían utilizando nuestro puerto y el bilbaíno como trampolín para entrar ilegalmente en el Reino Unido por vía marítima.
Por los medios de comunicación nos enteramos también de que las autoridades de la comunidad autónoma vecina solicitaron por esas fechas el traslado a nuestra provincia de la basura que generan tras el derrumbe del vertedero de Zaldívar (Vizcaya) y de las tierras contaminadas procedentes del mismo lugar, cuyos responsables por otra parte rechazaron el ofrecimiento de las unidades especializadas del Ejército para colaborar en el rescate de los dos trabajadores que permanecen aún sepultados en ese lugar para vergüenza del separatismo autosuficiente que les gobierna.
Es solo un ejemplo más, pero cuando todo esto ocurría, el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Santander anunciaba a los medios de comunicación la adjudicación por importe de algo más de ochenta mil euros de la asistencia técnica para asesoramiento, desarrollo y gestión de una consulta ciudadana previa a la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, en la que el propio Ayuntamiento se reservaba las instrucciones sobre qué es lo que habría de preguntarse por los barrios.
La empresa favorecida por la decisión del concejal tenía su sede en Bilbao, fue fundada en 2018 y a pesar de su juventud había desarrollado ya veinticinco proyectos por encargo de diferentes instituciones públicas, eso sí, todas vascas salvo dos navarras. Buena parte de sus proyectos habían versado sobre la llamada perspectiva de género, con títulos con tan escasa sustancia técnica como son la integración de la perspectiva de género en la 3.ª modificación del Plan Especial del Puerto de Bermeo, en el Plan Especial del Puerto de Elanchobe, en el PERRI de Bilbao La Vieja, en el PGOU de Guecho, en el PER del Casco Viejo de Bilbao, sectores 1 y 2, y el informe de impacto en función de género del PERI de Sefanitro en Baracaldo.
Aunque más de trece mil personas de muy diferente edad y cualificación profesional acuden diariamente a trabajar a Vizcaya desde nuestra provincia, y a quienes el fallido tren de altas prestaciones entre Santander y Bilbao hubiese sido de gran ayuda, parece ser que en toda ella no existen arquitectos y técnicos capaces de desarrollar una consulta ciudadana de ese tipo, incluso sin necesidad de seguir instrucción alguna del Ayuntamiento en las encuestas debido a ya conocen de antemano los problemas urbanísticos que presentan nuestros barrios y a los que habría que dar solución.
El concejal aún tuvo el valor de responder a nuestra queja señalando que podíamos estar tranquilos, que hay gente de Santander trabajando en el despacho de arquitectos vascos que ha sido seleccionado, naturalmente como personal de segundo o tercer orden. Y efectivamente lo había: se trataba, como hemos conocido recientemente, de una periodista que mantiene excelentes relaciones con los auxiliares de comunicación en las instituciones de la formación naranja a la que pertenece el propio concejal. Es de Santander, eso sí.
Los jóvenes de hoy saben muy bien que si desean labrarse un futuro deben abandonar nuestra región e incluso hay algún que otro político que se ha atrevido a afirmar, por supuesto sin que ni él ni sus hijos se hayan visto aún en la necesidad de abandonar esta tierra para buscar trabajo fuera de ella, que esa subordinación y traslado a las provincias vascas constituye un buen feedback del que tarde o temprano se extraerán consecuencias positivas.
No lo dudo. Son los mismos que muy pronto nos hablarán de las bondades de instalar una «ikastola» en El Sardinero.

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